miércoles, 7 de diciembre de 2016

Clásicos a la Izquierda del Díal: Broadcast – Haha Sound (2003)



Una de las grandes preguntas en torno a una pieza musical nueva es ¿cuán duradera puede llegar a ser? Esta interrogante tiene especial pertinencia cuando de música electrónica se trata; un DJ/productor/dealer a tiempo medio/como se hagan llamar siempre ha tenido que optar entre hacer que su música suene lo más innovadora posible o valerse de ritmos y melodías más tradicionales. Lo curioso es que el primer camino, si bien puede que logre un avance en ingeniería de audio y empuje los límites de cuantas frecuencias bajas pueden ser toleradas por los aparatos auditivo y digestivo humanos antes de colapsar, usualmente resulta en música infumable una vez esta deja de estar en boga (para muestra solo basta escuchar alguna malograda recopilación de punchis-punchis noventero, un CD de inicios de siglo del infame Ministry of Sound o alguna pista de Skrillex) mientras que la segunda opción nos ha dado obras imperecederas como ser Die Mensch-Maschine, Dummy y Music Has the Right to Children; álbumes que si bien no se encontraban a la vanguardia de sus respectivos géneros al momento de ser realizados el hecho de haber sido inyectados con composiciones excelentes les ha valido la reputación de inmortales.

Soy de la creencia que el sublime álbum que en este momento nos ocupa pertenece a esta ilustre categoría, aunque incluso entre esta compañía Broadcast representa un caso especial.



Antes que todo, un poco de historia. Broadcast fue una banda británica que siempre giró alrededor de un núcleo conformado por la pareja sentimental compuesta por la vocalista y letrista Trish Keenan y el multiinstrumentalista y compositor principal James Cargill, unión que seguiría hasta la desafortunada muerte de Trish producto de una neumonía en el 2011, suceso que desencadenaría la disolución del grupo. Este se conformó en el seno de la escena post-rock de mediados de los 90s; más específicamente lo hizo en la lúgubre ciudad industrial de Birmingham, zona cero de la metalurgia de Black Sabbath y Godflesh. En contraste a este linaje oscuro y poderoso, Broadcast minaba la veta ensoñadora de música indie electrónica que eventualmente se conocería como “retro-futurismo”; intelectuales musicales obsesos con géneros musicales que en cierta época fueron considerados futuristas pero que jamás irrumpieron en la conciencia masiva (lounge, pop francés y psicodélico, tropicalia, krautrock, dream pop, etc) y con la variedad de aparatos esotéricos utilizados en la producción de estos (órganos Farfisa, Ondes Martenots, Wurlitzer, Theremins, etc). Este movimiento musical tendría su mayor exposición mediante la influencia que ejercería sobre Radiohead a inicios de los 2000 pero sobre todo gracias al éxito comercial que lograría el dúo francés Air con su disco Moon Safari  en 1998. A diferencia de los francófonos Air, Broadcast se podría ver como una banda que perfeccionaría los métodos de retro-futuristas ingleses como ser Pram (sus antecesores y tutores de Birmingham) y sobre todo la excelente agrupación londinense Stereolab, la cual en su momento llego a ser una de las bandas insignes del rock independiente e incluso acumuló influencia tal que pudieron fundar Duophonic Records, la casa discográfica donde Broadcast haría sus pininos (al igual que lo harían los titanes franceses de Daft Punk, cabe mencionar).  Eventualmente Broadcast quedaría en Warp Records -la legendaria casa discográfica de música electrónica inglesa- tras lanzar su primer álbum (The Noise Made By People) y el resto, como dicen, es historia.

Menciono lo anterior para recalcar que Broadcast nunca gozó del estatus de (¿retro?) vanguardistas de muchos de sus contemporáneos, es más, para cuando Broadcast lanzó su primer sencillo, Stereolab había lanzado su tercera obra maestra consecutiva (Emperor Tomato Ketchup) y Air ya gozaba de prestigio en la escena indie internacional producto de sus primeros sencillos. Lo que Broadcast haría patente sería no solo una refinación absoluta de la estética retro-futurista, si no que además evidenciaría un innegable talento melódico y lo que es más, un aura de misterio e impacto emocional en gran medida ausente en la música de sus contemporáneos, los cuales muchas veces pareciese hacían música como un ejercicio meramente intelectual (lo siento, Stereolab).


Si bién la discografía de Broadcast es intachable, diversa y merece la pena ser investigada en su compacta totalidad (nadie debe quedarse sin escuchar su excelente disco de electro y post-punk minimalista, Tender Buttons, por ejemplo) considero que Haha Sound, su segundo álbum, permanece como su obra culmen.  En este, la mezcla ecléctica entre jazz, pop de melodías intrigantes, la psicodelia electrónica sesentera estilo The United States of America y Fifty Foot Hose y las vocales gélidas pero hermosas de Trish Keenan (como un ángel caído producto de la unión blásfema entre Nico y la estrella de pop y northern soul inglesa Sandie Shaw) se encontraría capturada por una excelente producción electrónica cuyo uso de las disonancias, texturas únicas (¿producto de juguetes retro o sintetizadores de alta calidad?) profundidad y traslape de melodías contrapuntuales no tiene nada que envidiarle a sus compañeros de disquera, los legendarios y ya mencionados Boards of Canada.



Esto es lo intrigante, como una agrupación que compone canciones que una podría jurar salieron de algún acid test de San Francisco en los 60s (“Pendulum”, “Man Is Not a Bird”) o que no se muestran tan alejadas de las luminosas composiciones de Burt Bacharach y los Beach Boys (“Before We Begin”, “Ominous Cloud”) permanece tan o más fresca y vigente que música que era moderna hace unas semanas. El efecto lisérgico que logra la mezcla entre sofisticada producción digital que asemeja texturas análogas, melodías eclécticas y percusión de jazz es inolvidable y da la sensación de estar escuchando música ajena a este mundo o en efecto, a cualquier casilla temporal…1960s, 2000s, 2070s, cualquiera época es discernible a través de este caleidoscopio musical.

Como mencioné con anterioridad, no hay forma de dar un mal paso al incursionar en el mundo de ensueño al que Broadcast dió vida con su música (aunque cabe mencionar que sus dos últimos lanzamientos, uno de ellos póstumo, fueron soundtracks y por ende son mucho más psicodélicos y experimentales de lo usual) pero si realmente quieren una prueba de cómo la música electrónica puede llegar a ser perenne, no duden en darle unas vueltas a Haha Sound.




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