Del Infierno al Bliss Metal
Eran mediados del aciago año del
2002 y Justin K. Broadrick observaba, impotente, como su mundo se derrumbaba
frente a sus ojos.
El cantante y guitarrista, líder
de la aclamada banda británica Godflesh, pionera del metal industrial, acababa
de cancelar una lucrativa gira por los Estados Unidos a última hora. Esto no
era un mero capricho sucedáneo; era el resultado final de un prolongado proceso
que comenzó en octubre de 2001 cuando Ben Green, bajista, miembro original de
Godflesh desde 1988 y compañero vitalicio de armas, lo llamó por teléfono para
informarle que dejaba Godflesh. El grupo, constituido esencialmente por un dúo
de guitarra y bajo (siendo la percusión manejada la mayoría de las veces por
una caja rítmica Alesis) de esta forma llegaba prácticamente a su fin tras 14
años de aterrorizar y electrificar audiencias con su mezcla de los ritmos
nihilistas y deshumanizados de Throbbing Gristle y Swans con la pesadez sísmica
de los héroes de su Birmingham nativa, Black Sabbath.
Justin diría en una entrevista
conducida en el 2015 que después de recibir la llamada “recuerdo literalmente
bajar el teléfono y tirarme en el piso del corredor de la casa, llorando como
un puto demente”. La ruptura era comparable “al final de un matrimonio”.
Aún así, Godflesh existía. Tenía
que existir. Acababa de lanzar su sexto LP de estudio, Hymns, y tenía compromisos económicos por cumplir. Justin nunca
había sido una persona que se queda de brazos cruzados; desde haber superado
sus orígenes en los infames “Council Estates” (los guetos de la clase obrera
británica) haciendo música desde los 15 años como uno de los primeros guitarristas
de la institución del punk y metal británicos Napalm Death hasta granjearse
fama en los 90 como una especie de “hombre renacentista” al balancear múltiples
proyectos y colaboraciones musicales en un sinfín de géneros, desde el hip-hop (Techno
Animal) pasando por el drum n’ bass (JK Flesh), el noise y el ambient (Final) hasta
llegar a lo que eventualmente el mundo conocería como dubstep (The Bug),
Broadrick siempre se había mantenido activo; por eso no es de sorprenderse que
al solo recibir la fatídica noticia se pusiera en contacto con amigos miembros
del grupo de thrash Prong-Ted Parsons y Paul Raven-para improvisar una alineación
ad hoc de Godflesh y así hacerle frente a las giras que ya habían sido pactadas
por su casa discográfica.
Sus esfuerzos no verían
reciprocidad en los de los promotores, desafortunadamente. Si bien es cierto
que Godflesh nunca fue una banda demasiado exitosa comercialmente, siempre gozó
del visto bueno de la crítica y de una fanaticada limitada hasta cierto punto
pero leal; en la última gira por Reino Unido que realizarían ni esto tendría.
Los promotores los trataron como una banda de segunda categoría, a pesar de
gozar ya de 14 años de trayectoria, designándolos como teloneros de bandas con
menor experiencia. Pocos seguidores iban a sus espectáculos. A veces solo
tocaban una canción, o ninguna. Justin comenzó a beber desmesuradamente,
diciendo eventualmente “comencé a beber de la forma más fuerte posible. Era mi
único escape.” Esto resultó en una profunda infelicidad, en alienación, para
Justin. Comenzó a expresar esta inconformidad, “expresaba mis dudas cuanto
podía, pero claramente nunca fue suficiente, lo cual resulto en un puto colapso
emocional”.
Todo esto tuvo su culminación el
10 de abril del 2002 cuando Diarmuid Dalton, un amigo personal de Justin,
manejó a su casa para recogerlo y llevarlo al aeropuerto donde abordaría un avión
que lo llevaría a EEUU donde Godflesh realizaría una gira de 2 meses de
duración. En vez de esto, Justin le pediría que lo llevara a su ciudad natal de
Birmingham, donde se escondería donde un amigo, con una receta médica para
temazepam. En los meses venideros, Justin tuvo que hipotecar su casa y acumular
una deuda personal de $ 40.000 en tarjetas de crédito solo para compensar a
todas las personas que había defraudado al cancelar la gira. Su pareja
eventualmente lo dejaría. Todo parecía indicar que Justin tocaría fondo.
En vez, Justin miró hacia adentro
y ahí encontró a Jesu (la banda, no el mesías judeocristiano).
Jesu comenzó como el proyecto
solista de Justin K Broadrick. Si bien es cierto que Justin se mantenía ocupado
en una multitud de proyectos musicales, Godflesh siempre representó el mástil principal
de sus esfuerzos, muchas veces incorporando experimentos salidos de sus demás
intereses musicales como el ambient (en los múltiples EPs de remixes), el
reggae dub (Love and Hate In Dub) y
el drum n’bass (Us and Them), por lo
que era claro que el espíritu de Godflesh tenía que seguir de alguna forma; de
hecho, “Jesu” era el nombre de la última canción del último disco de Godflesh.
Jesu representó esta continuidad, a la vez que inyectaba la influencia una de
las pasiones musicales de Justin que solo había encontrado limitada expresión
en selectas canciones de la discografía de Godflesh: el indie rock, específicamente,
el indie rock en sus vertientes más introspectivas y melancólicas, el shoegaze
y el slowcore. Adicional e irónicamente en vista de las circunstancias, supuso la
llegada de un sentimiento que siempre había escaseado en la obra musical previa
de Justin: la esperanza.
Heartache fue el primer lanzamiento de este nuevo proyecto. Lanzado
el 30 de agosto del 2004 en una edición limitada por Dry Run Records, la
carátula de su edición original iba engalanada por una pegatina que rezaba “Godflesh
ha muerto, larga vida a Jesu”. Compuesto por dos canciones de 20 minutos de
duración cada una, el lanzamiento se denominó como un EP aunque su duración
fuera similar a la de muchos LPs convencionales.
A primera escucha, es difícil ver
como Jesu suponía un quiebre con el pasado que Godflesh representaba. Lo
primero que escuchamos al pinchar el disco y reproducir la primer canción (“Heartache”)
es una serie de acordes disonantes y pesados tocados letárgicamente en
guitarras distorsionadas y afinadas de maneras ultra bajas, a lo cual le sigue
una sección donde se incorporan la clásica caja rítmica Alesis tocando una cadencia
marcial amenazadora y una serie de riffs sencillos de guitarra compuestos por harmónicos
y unos cuantos acordes disonantes. Estas secciones representan alguna de la
música más pesada de la carrera de JKB. El efecto final evoca una máquina autómata
de guerra estrangulando lenta pero inexorablemente todos tus sueños y
esperanzas, es decir que suena increíblemente pijudo, pero siempre suena como
Godflesh, más específicamente los añorados años primerizos de la banda.
El quiebre con el pasado de
Justin comienza hasta el minuto 6, donde de la nada se introduce un motivo
musical tocado en lo que parecen ser voces gregorianas sintetizadas, una
textura musical siempre lúgubre pero que sirve para matizar y disolver gradualmente
la pesadez del pasado hasta el punto en que solo queda un ejército de guitarras
electrícas limpias con efectos, la siempre presente caja rítmica, el bajo ya
sin distorsión y la voz de Justin, todo ello bañado en cantidades copiosas de
reverberación y eco. Justin entona “but really, it’s nothing” y con el fondo
musical que le acompaña, aun siendo este menos pesado que lo que le precede, la
impresión que da es de un hombre derrotado, drenado de la posibilidad de sentir
cualquier emoción. Esto persiste hasta el minuto 14, donde se introduce una
serie de acordes de piano, cuales rayos de sol partiendo las nubes, a lo que se
une un coro de guitarras pesadas tocando una secuencia ascendente de acordes
mayores. Justin repite el mismo verso de la lírica (la cual cabe mencionar, es increíblemente
sencilla y no supera los 10 versos durante toda la composición de 20 minutos)
pero esta vez evoca emociones distintas; más específicamente las de alguien que
ha observado su buena cantidad de negatividad y contratiempos durante su vida pero
que decide que estos, a la larga, son literalmente nada en el camino hacia las metas
que se ha decidido a alcanzar. Es decir, similares a los de alguien que ha
tenido un “breakthrough” terapéutico y que ha logrado reponerse a un evento
traumático. Un metalero expresándose de forma positiva sobre los obstáculos que
son inevitables en el devenir de una vida humana, curioso, ¿no?
Antes de seguir describiendo la
siguiente canción solo quiero hacer un apartado para mencionar la conflictiva
relación entre el género del heavy metal y los acordes musicales mayores. No
gozo de mucho entendimiento teórico musical, así que cualquier lector que (milagrosamente)
haya llegado hasta aquí y sea más entendido que yo en la materia es bienvenido
a putearme en los comentarios, pero hasta donde yo sé, los acordes y escalas mayores
son aquellos que suenan felices, enérgicos, “buena vibra” mientras que los
menores son los que evocan sentimientos de tristeza, misterio, ansiedad, “mala
vibra”. En vista de esto y la eterna fascinación mórbida (muchos dirían
adolescente) del heavy metal con los aspectos negativos de la existencia, los
metaleros siempre han buscado los modos musicales menores y disonantes, desde
el clásico tritono de Black Sabbath hasta el cromaticisimo violento y extremo
que Slayer les heredaría a las hordas oscuras del death y black metal,
representando los acordes mayores el refugio de los débiles o vendidos que querían
éxito y mujeres a toda costa (*ahem* Bon Jovi). Godflesh, como toda buena banda
de metal extremo, siempre se había desenvuelto con estos métodos musicales, así
que el hecho que Justin incorporara acordes mayores en su trabajo, en cierta
forma representaba un deseo de quebrar con el pasado, y curiosamente tiñe su
música de este periodo con la sensación de esperanza que ya les había
mencionado.
Esta sensación se manifiesta de
forma mucho más temprana en la siguiente canción, “Ruined”. Aquí de entrada
tenemos un motivo cíclico y ascendente de acordes de piano similar a los
utilizados por bandas contemporáneas (en aquel entonces) de post-rock como Sigur
Ros. Es decir, algo similares a las de la canción ganadora del Oscar “Carrozasde Fuego”. Eventualmente el motivo musical se torna agridulce con la
introducción de una guitarra acústica ejecutando unas cuantas notas lastimeras
y eventualmente regresamos al sumidero de la depresión con una sección donde se
ejecuta un sencillo pero ultrapesado riff de guitarra. Las letras parecen
evocar esos demonios sarcásticos acuciosos que nos acogen a todos en tiempos de
duda y fracaso y que seguramente eran constantes en la cabeza de Justin durante
este periodo de su vida. “You won’t find your box of gold here” rezan,
enfatizando que en efecto Justin era un metalero pesimista sumido en la deuda y
la adicción, no exactamente una monedita de oro para quien decidiera
interactuar con él. Esta especie de coro griego cínico interno continua cuando
Justin curiosamente comienza a gritar “Right.Wrong.” de forma repetitiva sobre
un riff aun más primitivo y sucio que el anterior. Pareciese que Justin de esta forma sucumbe cobardemente
ante sus demonios. El show terminó amigos, no hay nada más que ver excepto un
hombre roto gritando de forma (dudo mucho que intencionalmente) chistosa las
mismas dos palabras una y otra vez, su mente lisiada encerrada en la eterna y más
básica dualidad en las que pueden caer las consecuencias de nuestras acciones…
…hasta que en el momento menos
esperado, irrumpe el motivo de piano inicial. El contraste con los riffs
pesados que le preceden le dan un aire aún mayor de triunfo y fortaleza del
cual podría tener por sí solo, efecto que se multiplica cuando esas mismas
guitarras pesadas se unen y tocan un estribillo ultrapesado pero que sirve de
contramelodía efectiva y que parece intuir que los demonios que antes le
llenaban la cabeza de dudas a Justin ahora lo acompañan en su cabalgata
triunfal hacia el atardecer. La canción termina con una serie de melodías
post-rock bastante sencillas pero triunfales tocadas en guitarra acústica y sintetizador,
como si estuviéramos en una película donde Justin mata al malo y en la escena
final se queda viendo el atardecer con la chica.
De esta forma concluye el disco,
el cual a mi parecer representa la obra culmen del legado musical de JKB. El
contraste entre claro y oscuro, la excelencia de la densa producción y las
melodías y el énfasis en el minimalismo tanto lírico como musical que JKB
heredaba de su eclecticismo musical el cual tiene el efecto de que puede decir
mucho más con unas cuantas palabras y notas sencillas (contrastar con la
masturbación musical tipo “miren puedo tocar 100.000 notas por minuto en mi
instrumento sin ver y con los dientes” que caracteriza a mucho heavy metal…eso
no tiene nada de malo eso si) posiciona a esta época de Jesu como una forma más
adulta y emocionalmente compleja y envolvente de ver los tropos y significantes de
la música pesada.
En cuanto a la historia de JKB,
Jesu persistiría y bañaría en gloria a Justin ya que se enmarcó perfectamente como
estrella guía del movimiento del post-metal, el cual fue conformado por músicos
seguidores de las innovaciones que grupos como Godflesh y Neurosis hicieron en
los 90s, aunque a mi parecer ese juego entre claro y oscuro que le caracterizaba
en el inicio se iría perdiendo gradualmente, siendo conservado solamente en el
LP epónimo de finales del 2004 (Jesu), con
el resto de la obra del grupo asemejando música shoegazer con guitarras ultra
pesadas y ritmos electrónicos e industriales. Excelente música shoegazer pero
no tan interesante como lo que le precedió. Curiosamente, Godflesh se reformó
en el 2009 y tras unos cuantos años de tocar sus clásicos en festivales de
música extrema y alternativa de todo el mundo grabó una serie de lanzamientos
excelentes que retornan a la brutalidad de sus primeros años. En fin, Justin si
ha tenido el final feliz que describía unos párrafos atrás, y en cierta forma
tengo la certeza que de no ser por la catarsis que plasmó en Heartache esto no sería así.
PD: en el 2010 la eventual casa
discográfica de Jesu, Hydra Head Records, relanzaría una reedición de Heartache donde lo emparejaba con un EP grabado contemporáneamente pero que permaneció
sin lanzarse hasta ese momento de nombre Dethroned.
Esta edición representa un excelente punto de partida para cualquier persona
interesada en entrar al mundo musical de Justin K Broadrick, ya que una mitad
de las canciones de Dethroned es
similar a Godflesh y la otra al shoegazer de Jesu; además de que esas canciones
no duran 20 minutos como las de Heartache . Ojo, solo lo menciono porque es la eterna lloreta de mis compañeros de "A la Izquierda del Dial", estoy seguro que la suya no es, queridos lectores :P
-Víctor
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